“Las cosas no valen por el tiempo que duran, sino por las huellas que dejan”

(Proverbio árabe)

 

 Pocos países en el mundo pueden ofrecer tanto al visitante como Turquía. Debido a su posición estratégica, entre Europa (la antigua Tracia) y Asia (Anatolia) así como entre tres mares, Turquía ha sido una encrucijada histórica entre las culturas y civilizaciones orientales y occidentales. Su territorio ha sido el hogar de grandes civilizaciones como los Hititas, el Imperio Asirio, el Imperio Bizantino, el Imperio Otomano, y desde 1923 una República fundada por Mustafa Kemal Ataturk, considerado el “padre” de la patria turca.

 Aunque su capital es Ankara, la ciudad que goza de más importancia es Estambul, que durante siglos fue la capital del mundo. Su situación estratégica, asentada en los dos continentes y separada únicamente por el estrecho del Bósforo, le permitía controlar el tráfico entre Oriente y Occidente. El legado histórico de esta ciudad es impresionante: las más bellas y monumentales mezquitas del mundo, cisternas subterráneas, iglesias bizantinas convertidas en museos como Ayasofya, grandiosos y refinados palacios otomanos, grandes bazares, etc.

 Turquía tiene un litoral lleno de playas de aguas turquesa, en el interior verdes valles, lugares únicos como Pamukkale, y una gastronomía mediterránea sabrosa y variada. Una de las zonas más conocidas es la Capadocia, en la Anatolia Central, es una tierra llena de leyendas salpicada de cavernas trogloditas y ciudades subterráneas. Göreme, Uchisar, el valle de Pastabag, o el de Güveranlink, y las famosas “Chimeneas de las hadas”, el mayor Museo al aire libre del mundo.

Estambul:
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